Nadie le podrá poner precio a esta noche de estrellas en las cercanías del puerto escondido de tus ojos a la luz de octubre
Y embestís mis serenas noches con frías ráfagas de caricias y versos enredados en tus dedos, en tu boca, en tu pelo. No existe carta valida que haga perder este instante en el que tu eres el viento entrando a mi alma, llenándola de ternura incierta, de tempestad de bendiciones que se acrisolan en tus ojos, esperanzas y fantasías que se embarcan rumbo a la demencia de tus labios entre mis versos, escondidos entre las hojas que caen de los arboles.
Embriagado de las noches mágicas de octubre, te he regalo mil estrellas sin temor a quedarme sin una; para vivir en ella.
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