El ardiente fuego se posó sobre sus labios.... le besó la frente, y el frio hiriente clavó un alfiler por cada poro de su cuerpo.
El aire que salia de la risa, se convirtió en un afluente de aguas,
aguas, que establecieron un riachuelo al margen de sus ojos
Conmovidas de llanto y encanto, aparecieron miles de rojas nubes
pintando el suelo de amarillo....
Una bola de algodón cubría el desconsuelo, y no paraba de correr aquel mismo riachuelo.
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